sábado, 20 de abril de 2013

ENTREVISTA DEL MES


Hoy esta en el otro lado del puente: MAX AGUIRRE ! 
Por: Adornettodugoix

Esta entrevista fue realizada 
el 13 de junio del 2009 
  
  Max Aguirre se crió en la localidad bonaerense de Isidro Casanova, en un hogar con un fuerte vínculo hacia las distintas expresiones artísticas. Su madre se dedicó a ser cantante de tango y su padre guitarrista. A temprana edad, manifestó condiciones para el dibujo, cuenta una anécdota que a los 6 años, mientras que su padre bosquejaba un caballo para el colegio, el niño lo corregía porque no lo estaba haciendo correctamente. En ese entonces, el matrimonio decidió enviarlo a  un taller de dibujo, donde aprendió algunas técnicas, pero no le permitían al joven Max dibujar libremente. Él tenía ganas de ser un dibujante como Hugo Pratt, “Cacho” Mandrafina que sus trabajos aparecían en las revistas “Hora Cero”, “Nippur” que compraba su padre.  Sobre el tema dijo: “Creo que uno es el primer profesor, porque cuando uno copia esta recreando algo que se imagina que es, pero que no sabe exactamente como es, hace algo parecido, el resultado es cercano y bueno yo quería dibujar como ellos”.

  A los 15 años, se inscribió en la escuela de Carlos Garaycochea, ubicada por ese entonces en la avenida Corrientes y Uruguay. Max recordó esos días: “El primer día me acompaño mi abuelo porque yo nunca había venido a Capital, pero la segunda vez que fuimos se inventó una excusa y me abandonó en Primera Junta y obviamente tuve arreglármelas solo, para mí fue como un primer choque, un cambio de lugar, dentro de lo que era mi mundito social”.

¿Qué opinaron tus padres cuando decidiste ser dibujante?
  “Ambos siempre tuvieron un visto bueno por cualquier expresión artística. Para ser un poco mas justo con mis viejos, creo que si yo dedicaba a ser médico, no hubieran tenido mayor inconveniente, creo que lo único que ellos me han pedido abiertamente es que yo trate de ser buena gente, ahora después si yo quería ser piloto de competición tendrían miedo que me pase algo, pero no recuerdo haber tenido demasiado inconveniente que yo haya elegido ser dibujante”.
  

Una vez que te encaminaste en tú carrera, asististe a la escuela de Carlos Garaycochea. ¿Cuál fue tu primera lección?

  “Yo era el que dibujaba bien en mi casa y en el aula, a lo sumo había otros que dibujaban bien. Pero, descubrís a los tipos que están en 2º ó 3º Año y ves sus trabajos que suelen estar expuestos, vos mismo te auto justificas, lo que pasa es que me faltan recorrer 3 años, a los 3 años los parto, pero no, después ves al pibe que se sienta al lado tuyo y te das cuenta que dejas de ser el banana total que hacia todos los dibujos, que tiene la hora libre para hacer los dibujos para las fiestas patrias. Uno empieza a competir y esta buenísimo y bueno eso más o menos he aprendido”.


¿Qué valores o consejos te inculcaron los profesores?

  “Garaycoechea tenía una mirada muy interesante, muy moderna, en el sentido filosófico. El enseñaba básicamente lo que era el dibujo humorístico, pero por sobre todas las cosas lo que trataba de inculcar era la necesidad de un hombre ser lo mas universal y cultivado posible, es decir que cuanto mas lugar uno conociera, mas lugar de donde encontrar chistes iba a tener, que si uno conocía 2 libros,  muy probablemente uno iba a tener un campo mucho mas pequeño que si uno tenia 10 libros leídos y 50 películas vistas, y así cuanto mas vas creciendo, mas grande va siendo el lugar de donde poder   
encontrar ideas. Además, en un tipo muy técnico, exigía ejercicios casi prusianos, cómo tenías que manejar la pluma, cómo tenías que manejar el papel, que tipo de papel tenias que usar, como tenias que abordar cada técnica. Uno tenia la suerte que te traía amigos de él que te venían a dar charlas y que se yo, te encontrabas que estaba dando una charla Mordillo, que es otro obsesivo, Mordillo es un humorista gráfico argentino, que vive muy bien en Palmas de Mallorca y que es un obsesivo del aerógrafo, un obsesivo de la superficie sobre la cual trabaja, trabaja con guante de algodón, uno se encuentra con todo con eso. Los consejos que te daban eran no fumar porque perdes el pulso, no hay que fumar porque te perjudicas la vista, cosa que yo no cumplí, pero que es cierto. También conocí a Eduardo  Ferro, otro prócer del dibujo, era la cosa opuesta no porque enseñara mal sino porque el te preguntaba cuál era el fin de tu dibujo. Estaba bueno era las dos caras. Eso no significa que va a ser el mejor dibujante del mundo por estar 5.000 horas con el tablero, sino va a ser el mejor dibujante que puede llegar a ser uno. Es una cuestión de ejercicio. Eran dos capos totales. Después tuve a Salinas en historieta, pero fue una relación mas breve”.

                                 Max en su estudio, mate de por medio.

¿Cómo obtuviste el trabajo en el diario La Nación ?

  “Surgió de una forma inesperada. Yo publicaba “Los Resortes Simbólicos” en mi blog y Tute se hizo un lector frecuente de esa tira y siempre me dejaba comentarios. En una presentación de Diego Parés que se hacia en el Palace de Glace, en Recoleta se me acerca una persona y se presenta como Tute y me digo que le gusta mucho mi laburo. Me cayo sencillo y tuvimos un charla amable, una mera cordialidad entre colegas. En otra oportunidad, presentaba mi libro de  “Los Resortes Simbólicos”,  intercambiamos libros y me dice que en el diario La Nación estaban reestructurando la página, que estaban buscando nuevas tiras y que a él le habían pedido nombres y que él me recomendó. Yo le dije que muchas gracias. Se lo comenté a mi mujer, a mis viejos esposa. Yo daba por sentado que no iba a suceder. Al mes siguiente me llaman del diario y me dicen que me presenté con mis trabajos”.

Max con su personaje 

¿Cuál fue el origen para Jim, Jam y el Otro? 

  “Los personajes nacieron como alter egos de unos amigos míos, puntualmente la tira tiene un pre origen, hará de esto 20 años. Cuando no tenía plata les regalaba a mis amigos un chiste o un dibujo que tenga que ver con el acontecimiento. A principios del 2000 colaboraba con un portal una agenda electrónica de espectáculos de fin de semana, me propusieron si podía hacer algo más que un listado de espectáculos. Y empiezo a pensar que podría ser una tira semanal. Hacia tiempo que no hacia nada y así comencé con la tira”.
  “Ahora el título de la tira , es una mezcla del jing y el jang, que habla del equilibrio del bien y el mal dentro de nosotros y se forma un equilibrio con la cual coincido , pero no coincido con el tema de blanco y negro, somos un gris medio oscuro, clarito, que se yo. Me pareció interesante ponerles a los personajes nombres homófonos del jing y el jang pero que tenga la cadencia de esas series televisivas, “Todos aman a Raymond”, “Yo amo a Lucy” como hay una tendencia a colocarle esos títulos con ese ritmo. De todo esto surgió “Jim, Jam, y el Otro”.


Su  primer tomo recopilatorio publicado oficialmente de Jim, Jam y el Otro. Editorial Sudamericana (2009)

Un aspecto original de esta serie es que los personajes no son estereotipados ¿Qué nos podes contar sobre eso?

  “Son bastante parecidos los personajes a diferencia de lo que diría la teoría que los personajes deben ser estereotipados, tienen cosas en común porque es lo que sucede en una amistad. Sino tuviera cosas en común para que se junta”.

¿Abordaste temas o anécdotas personales?

  “No era muy serio que haga una historieta donde estén los nombres de mis amigos obviamente, tuve el recaudo de no hacer chistes internos, evitar situaciones incómodas. Luego la tira se fue estilizando lo único que quedo de esos amigos fue su apariencia circunstancial en un determinado momento de nuestra amistad, finales de los “veintipico” de años comienzo de los treinta, un momento que yo llamo como “limbico”, donde uno ya es lo suficiente adulto para ser autárquico e independiente y suele suceder que casi  ninguno no tiene contraído un compromiso formal como puede ser estar casado, tener hijos y todo lo que viene después. Y que es valida toda esa circunstancia en ese momento si uno la alarga en el tiempo ronda el patetismo el tipo adolescente no es tan gracioso, pero en ese momento es valido y pertinente como edificaciones de amistad, más si son de muchos años”.

                               Este fue una gentileza hacia nosotros por la visita.

¿El ritmo frenético de los diarios te agota?

   “No me agota, me aterra. Cuando empecé a publicar tenía una presión y un miedo atroz Una vez que me aceptaron temía que no se me ocurra algo. Yo había hecho 100 tiras durante 5 años, eso equivalía a 3 meses de publicación. Fue todo un cambio, en la dinámica del trabajo, en como entender el trabajo. Al principio lo vivía con mucha presión, idea que se me ocurría la anotaba en un papelito, hoy todavía lo sigo haciendo. De a poco fui ingresando en un terreno más amigable, aprendí a vivir más relajado, más lúdico, me permitía jugar. Lo primero es sacarse esa presión de que todos los días uno tiene que hacer un chiste que sea bisagra en la historia universal, y que en realidad si llegase a suceder darse cuenta que esta sucediendo, simplemente darle al lector del diario un instante simpático. En la calle, con la gente que hablo me dice: “Que bárbaro que haces un chiste por día” y yo les digo: “En un mundo donde comer es un lujo, lo mío es una pavada, estoy haciendo un chiste para el diario La Nación, es un grato problema, buscado además.”

¿Cómo ves al humor gráfico en estos días?

  “Lamentablemente, hay pocos espacios para humoristas gráficos. Solamente en el mercado encontramos 18 plazas donde puedan publicar nuestros trabajos.  Hay un sumatoria de hechos que uno termina publicando es porque reúne cualidades que son propicias al medio, uno tiene que hacer lo mejor posible. También cambio el público. En la actualidad, hay distintos lectores. No es el mismo el que te compra el diario o el libro o el que te lee en Internet. Los dibujantes de mi generación no están acostumbrados a publicar en medios donde estén hechos pura y exclusivamente para ello.
Originariamente, el público no era cultor del medio  antes de que se cayera el país y la industria de la historieta, en los 90. La gente compraba por ejemplo El Tony, Skorpio, Humor, y eran masivas, las podía leer un farmacéutico que no estaba interesado en el dibujo y después la usaba para el asado, era normal ir a lugares de veraneo y encontrar pilones de revista de Columba. La historieta fue a lugares simbólicos. “Hora Cero” es el caso, vendía mucho, pero nadie recuerda los autores, salvo Oesterheld por otras razones. Me paso con mi viejo que la compraba, pero el se acordaba de Quinterno y de toda esa gente. La historieta fue a un lugar de colección. En cambio, el humor gráfico fue siempre  parte de nuestra cultura Argentina, el autor de Mafalda lo conocemos, también el de Clemente. Son parte nuestra, este es un país con mucha tradición gráfica es una pena que las nuevas camadas no tengan muchos espacios y así mantener esa relación cultural”.




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